Esta obra autobiográfica comenzó en el año 2007, por aquel entonces, Ruth Untoria tenía clara la utilidad del proceso creativo como herramienta para la meditación, y fue precisamente este proceso íntimo de autoconocimiento el que le impulsó a llegar a la conclusión de que una parte del ser humano estaba aún por explorar y despertar en lo profundo y por ende poderlo relacionar y transmitir con el arte.
En ese latido se hizo consciente de que su entorno interno y externo estaba vacío, vacío de emoción, vacío de claridad, vacío de expresión. En ese tiempo sufrió una crisis fuerte existencial que se pueden observar en sus cinco primeras obras en donde se pueden contemplar la sensación de interiorización, miedo, incertidumbre y búsqueda interior de algo mayor, desde ahí por circunstancias de la vida se le presentó la oportunidad de empezar a descubrir, vivenciar y experimentar el conocimiento originario de culturas nativas de esta tierra, sería una vía sin retorno hacia el conocimiento de su verdadera naturaleza.
Al hacerse consciente de estas dos realidades en su vida, tuvo que decidir y elegir una de las dos opciones que se le estaban presentando en aquel momento, seguir viviendo y alimentando la confusión o recorrer el nuevo camino que había descubierto, el cual le entregaba claridad y paz interior. Fue entonces donde decidió dar un gran vuelco a su existencia y dejarlo todo, amistades, estudios, familia, cultura, lo inesperado y mágico guiarán su sentir. Soltando todo control mental a lo que pudiera suceder, simplemente llegó a la conclusión de volcar ese mirar hacia el ver verdadero. La vida misma en estado puro en aquella selva sería el comienzo para empezar a descubrir el gran sendero hacia el corazón.
Estaba buscando la resolución a dicho desequilibrio y el encuentro con esa paz y ese misterio. El conocimiento nativo fue tan intenso que desde entonces no cesó en esa búsqueda interna viajando por lugares de fuerza y cultura desde el altiplano del norte hasta el sur austral de Chile, bosques mágicos, lagos ubicados a los pies de imponentes volcanes, cascadas procedentes de deshielos, islas llenas de leyendas… y por otra parte, toda la Amazonía Ecuatoriana, llegando hasta ella a través de uno de sus maestros, otros conocimientos de otras culturas nativas, desde pueblos Lakotas de Norteamérica hasta otras culturas amazónicas como son Matseses, Matsiguengas, Yanomamies, Shipibo Conibo, Katukinas, Kampas, Aguarunas…es en lo que más allá de los kilómetros, recorrió grandes distancias en lo personal, descubriendo nuevas formas de ver y sentir la vida de las que es fruto de ello la exposición que nos ocupa.
Sin lugar a dudas, el mundo amazónico fue el que más intensamente motivó a la autora para desarrollar su búsqueda interior, llegando a apasionantes conclusiones que cambiarían su vida para siempre.
Rituales, cantos, danzas, gentes, sueños, lenguajes, aromas, conocimientos, culturas y formas de vida, ayudaron a Ruth a descubrir que esa parte desconocida del ser humano que estaba buscando, en esas experiencias vitales, seguía descubriendo que verdaderamente llegaban a conectar con lo más esencial y puro de la naturaleza interna con lo divino.
Un aspecto importantísimo era el adentrarse en ambos mundos, el matérico y el espiritual originario, era la forma de poder unirlos y encontrar la manera de comunicarlos y compartirlos bajo su conocimiento y expresión artística.
Por circunstancias de nuevo intensas emocionales y personales, en el año 2015 tuvo que retornar a su país de origen, España, que tras tan largo período de tiempo en entornos de tal grandeza natural ya no conocía, y tendría de nuevo que pasar más de un largo año de adaptación interna, recogimiento y entendimiento para asentar todo lo vivido y encontrar la manera de equilibrarse interiormente, madurar dicha experiencia de vida y poderlo exteriorizar y para transmitirlo a través de la imagen que brotaría de sus manos más adelante.
Durante parte del 2.015, todo el 2.016 y parte del 2.017 ha estado trabajando en esta obra. “El verdadero sendero del corazón” en donde como dicen los pueblos nativos se unen el Medio Mundo (mundo de la materia) con el Mundo Entero (unión del mundo material y el espiritual).
En esta obra, Ruth ha intentado señalar hacia algo más allá y más acá de las apariencias del mundo. Algo que se puede representar a veces como trascendiendo totalmente este mundo y otras simplemente iluminándolo y haciéndonoslo visible por primera vez.
Durante este segundo período de trabajo en la obra, se puede observar como materializa la grandeza y fuerza de sus visiones, sueños y conceptos expresivos, que se ven clarificados en la expresión y uso del color, de la imagen, de la magia, de una realidad que va más allá de la imaginación para convertirse en un elenco de transmisión, emociones y preguntas al que observa dejando de ser el observador para adentrarse en la obra y formar parte de esa misma experiencia.
La obra se puede ver claramente diferenciada en su proceso de búsqueda e interiorización de la etapa del 2.007 donde comenzaría su gran viaje interior a conocerse a sí misma, con el proceso siguiente.
Después estuvo largo tiempo sin trabajar en la materia artística hasta el comienzo de la realización de esta segunda jornada de trabajo donde logró unir su sentir con
su arte.
Se siente una aprendiz de la vida y una aprendiz en el mundo del arte ya que no cesa el seguir descubriendo y dejando rienda libre a la capacidad de sorprenderse ante los regalos inesperados que envuelven cada momento de existencia, y a través de su expresión y su experiencia quiere aterrizar lo etéreo en la imagen.
La pintura de Ruth es plasmada a través de agregación de múltiples formas, figuras, símbolos, conceptos, miradas…más material, que hace uso de la expresión del gesto invasiva, a través del cual el lienzo o soporte se convierte en un espacio para custodiar imágenes, emociones y pensamientos.
La presencia de símbolos conjunto dispar de clásico conocido y sueños, junto con una memoria desgarrada interna de algo perdido, se superponen e interactúan en el color de la tela que parecen coincidir, para emerger y dejar grabado en el subconsciente del que lo observa algo no conocido, para integrarlo sin conceptos establecidos y compartir dicha realidad creando una nueva memoria colectiva de belleza y conocimiento mágico.
Aunque la obra pertenece o se puede distinguir en dos etapas muy diferenciadas formalmente y alejadas en el tiempo, constituyen dos formas distintas de abordar el bagaje o camino de una misma idea.
En la primera etapa de esta obra se puede observar junto con la segunda, un nexo de unión en la pérdida de las coordenadas espacio-temporales y la incursión continuada en el territorio de lo emocional, que coinciden con el uso disciplinado del color y la forma, pero hay una clara distinción de una emoción violenta y de técnicas artísticas de dibujo y escultura, que es claramente transformada, en la segunda parte de esta obra en donde la calma, el corazón, el misterio, la claridad y la expansión del color inundarán nuestra mirada.
El interés por unir en una sólo obra estas dos etapas o fases es una manera de proponerse llegar no sólo a crear una sensación en el espectador, sino una transformación mística interna sin palabras de cómo abrir nuestras vidas a lo desconocido y al corazón cuando en soledad no encontramos salida a una evolución interna, a una liberación del ser,
de igual manera que una flor se cierra en la noche para desplegar sus pétalos y aroma al amanecer. Hacerse consciente que el cuadro u escultura es una extensión de nosotros y cuando nos damos el tiempo y la oportunidad de mirar en su
interior, podremos comenzar a soñar como un espejo o extensión de nosotros mismos con la autora y sus sueños.
El paisaje aparece en la pintura de Ruth como un eje o nexo, como una referencia más allá de la anécdota temática, como un argumento estético recurrente que también ofrece importantes claves de comprensión para entender el desarrollo de su pintura en relación con la creación de imágenes.
Precisamente si se toma en consideración el conjunto de su obra, con la evolución que sufre la representación del paisaje, pueden apreciarse con mayor claridad las claves centrales de su trabajo.
Uno de los aspectos que destacan con mayor rotundidad, es la manera de entender la forma con el fondo en cohesión con la naturaleza y los seres que habitan en ella. Un mecanismo capaz de generar imágenes dotadas de una gran carga simbólica, y en estrecha relación con significados y sentidos que esclarecen las diversas formas de percibir lo visual como
acontecimiento de la memoria y la experiencia vivida.
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